bienvenido al primer día del resto de tu vida.

Dentro de unas 2 horas la tierra (gracias a Galileo) habrá girado una vez más alrededor del sol desde que estos pulmones se llenaron por primera vez. Seguro que como todos los niños llegué llorando, porque a la vida al principio se viene a llorar, es luego cuando unos días más tarde aprendemos a reir.

Precisamente hoy he estado en la casa donde viví el principio de mi vida. En una calle de una ciudad dormitorio del sur de España. Frente a ella había una callejuela sin tráfico de coches conocida en su día como «la calle de las macetas» donde jugaba todas las tardes. Esta tarde había allí jugando otros niños. Jugaban a otros juegos, hacían otras bromas y tenían otros ídolos del fútbol (que sigue siendo el deporte rey). Seguro que algún señor mayor cuando me vio subido en una escalera pintando podría sentir la misma envidia sana que yo sentía por los niños jugando.

Pero eso si, probablemente este señor mayor no disponga de un blog para deciros a mis pocos pero cuidados lectores que hoy sólo me siento un día mayor y no un año más viejo… como este otro niño…